“Algo de lo que no he hablado antes, pero con las drogas, yo podía ocultarlo y colarlas donde no se podía. Yo no podía estar treinta minutos o una hora sin cocaína y la llevaba en los aviones”, continuaba. Explicaba que esperaba a que todos en primera clase se durmieran y lo hacía allí mismo. También afirma que lo hacía en el baño. Lo conseguía incluso cuando tenía a alguien con ella, un compañero de sobriedad, alguien que la vigilaba las 24 horas, que vivía con ella.
“Iba al aeropuerto y tenía una botella de Sprite rellena con vodka y eran solo las nueve de la mañana y me lanzaba dentro del coche e iba a un avión de vuelta a Los Ángeles a una casa de sobriedad para estar allí… Tenía toda la ayuda del mundo, pero la quería”, recuerda.
“Creo que a los 19 años, tuve un momento donde fue como: ‘oh, Dios mío… Esto es un comportamiento de alcohólica“, comenta. Así que la artista entró en rehabilitación, dejó el centro en 2011 y ha estado sobria desde entonces. Demi recientemente ha publicado un libro de autoayuda que se llama “Staying Stong: 365 Days a Year” que muestra cómo enfrentarse a los tiempos difíciles